domingo, 20 de noviembre de 2011

Una nueva historia

-I-

Siempre he sido muy apegado a casi todo, y a diferencia de muchas personas nunca he rehuido a ningún compromiso. Lo cual no quiere decir que todo me salga como lo hubiera planeado. Por ejemplo: mi matrimonio. Cuando conocí a Lissette pensé que éramos tal para cual y no habría más mujer en mi vida que ella. Dicho pensamiento se impuso un año después y nos casamos creyendo que sería para siempre. Pero cinco años más tarde nos dimos cuenta de que no sería así. La culpa de nuestro rompimiento fue mía ante sus ojos y suya ante los míos. Por lo que es muy seguro que los dos tuviéramos mucho que ver en realidad.

            Pese a ya no sentir nada por ella y llevar más de un año divorciados, aún guardo su retrato en mi cartera; no sé si por apego, para no sentirme tan solo, honrar a alguien que ha sido fundamental en mi vida, o sólo por masoquismo. El caso es que lo guardo conmigo y de vez en cuando le echo un ojo, procurando recordar más el momento en que me decidí a pedirle que fuera mi esposa, que cuando los abogados hablaron por nosotros y se repartieron nuestras pertenencias.

-II-

Ayer en un restaurante que está a sólo unas cuadras de la oficina, esperando que se me asignara una mesa, conocí a una hermosa mujer llamada Fabiola. Sin nada mejor que hacer, mientras esperábamos que alguna mesa se desocupara, nos pusimos a platicar y sin proponérnoslo, nació algo entre nosotros.

Cuando todo se estaba poniendo mejor y la química estaba dando frutos, el capitán de meseros mencionó mi nombre, para avisarme que una mesa estaba disponible, y como yo me había registrado primero, eso significaba que era para mí. Procurando ser más cortés que sensato, decliné tomarla y se la ofrecí a ella, ignorando al reloj que me decía que tenía menos de treinta minutos para comer y regresar al trabajo. Para mi sorpresa ella también se rehusó a aceptarla.

–¿Qué te parece si en vez de que la tomes tú o lo haga yo, la aceptamos los dos y comemos juntos? –dijo y yo acepté encantado.

            Entre que nos dieron la carta, pedimos y trajeron la comida, ella me contó algo de su vida y yo de la mía. Fabiola era dueña de una tienda de regalos, la cual yo recordaba haber visto por el rumbo pero jamás entrado, ni siquiera a curiosear. No se quejaba de su trabajo, era mucha la responsabilidad pero los días en que los gastos eran más que las utilidades habían quedado atrás, y estaba en el momento de cosechar los frutos.

–Pareciera fácil pero echar a andar cualquier cosa y que ésta no se detenga ante las primeras contrariedades toma su tiempo y dedicación. Tuve que sacrificar amigos, familia y amores, pero ahora estoy más libre que nunca y aún no me siento “tan mayor”. No es que no hubiera tenido alguna pareja en todo este tiempo… Bueno… simplemente ya no la tengo. Todo terminó tan pronto se evaporó la ilusión llamada “amor”, y cada quien se fue por su lado sin mirar atrás –dijo y se me quedó viendo, como esperando que refutara su dicho o comentara algo. Pero con un rompimiento a cuestas no podía contradecirla, aunque sí confirmar su historia.

            Inevitablemente salió a relucir mi divorcio y sin que me diera cuenta no hablé de otra cosa que no fuera de mi “ex”. Sus defectos me los guardé hasta el fondo del costal de los recuerdos, pero sus virtudes estaban tan a la mano que no tardé en encontrarlos y darlos a conocer. Cualquier cosa era un buen pretexto para hablar de ella, desde la forma en que tanto Fabiola como Lissette tomaban el agua, hasta el modo en que degustaban el postre.

–Pues no pareciera que estuvieras hablando de la mujer de la que te separaste, sino de la que te encantaría que se volviera a casar contigo –dijo ella, un poco molesta por mi parloteo.

Entonces se produjo un incómodo silencio que duró hasta que nos trajeron la cuenta.

            Al final Fabiola se disculpó por su comentario, pero terminó “echándole sal a la herida”.

–No quise decir las cosas de esa manera. En serio pensé que podría haber entre nosotros algo más que una comida. Me agradas y creo que yo a ti, pero es evidente que aún no superas lo de tu separación y yo no quiero ser “el clavo” que te ayude a sacar el otro. Te digo por experiencia que eso no funciona, porque luego acabas con dos “clavos” metidos y la madera dañada. Podría decirte que me buscaras cuando tu “ex” no sea un obstáculo entre los dos, pero creo que no sería justo que te presionara de esa manera. Después de todo, nos acabamos de conocer, por lo que a pesar de lo que pudiera haber imaginado contigo, te aconsejo que hables con ella y resuelvan sus diferencias. Si yo me enterara de que uno de los que fueron mis novios hablara de mí las maravillas que te he escuchado decir de ella, no dudaría en darle al menos una oportunidad para discutir las cosas –señaló tranquila, pero cuando se iba a despedir con un beso, sólo extendió la mano y me dijo adiós.

Ya en la oficina, el reloj parecía ir para atrás. Al día siguiente habría que entregar el reporte semestral, y eso significaba que íbamos a salir más tarde que de costumbre, pero a mí eso no me importaba; estaba distraído y sin saber por qué, busqué en la cartera el retrato de Lissette, sólo para observarlo. Su sonrisa encantadora, su mirada profunda, y la manera en que se le ondulaba el pelo con la almohada, me recordaron mil detalles que jamás podré borrar de mi memoria, pero en ese momento no pensé en ella sino en Fabiola.

-III-

Hoy el informe está terminado y en el escritorio del jefe. Fue una noche pesada, pero él está complacido y nos ha dado el día libre. Muchos se van a sus casas a dormir, descansar un poco o pasar un tiempo con la familia. Otros salen en pos del primer bar que encuentren abierto para distraerse de la rutina, algunos de ellos me invitan, pero me disculpo diciéndoles que tengo otros planes. No les estoy mintiendo, pues tengo pensado pasar por cierta tienda de regalos.

Sé que estoy algo desvelado, y lo más sensato sería regresar a casa para darme un buen baño, pero voy dispuesto a olvidar el pasado, sacar aquel viejo retrato de la cartera y arriesgarme a escribir una nueva historia.           

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