miércoles, 30 de noviembre de 2011

Vida y corazón

Recuerdo que me juraste amor eterno; una vida no, eso sería insuficiente para ti. No me prometiste poner el sol y la luna a mis pies, decías que eso era muy poco, además de imposible. Lo que me ofreciste fue tu vida y corazón, y a mí me bastó eso.

Nos casamos entre flores multicolores, y delante de Dios juraste amarme y respetarme hasta que nos separara la muerte, pero ante la luna llena me dijiste que incluso si ésta se interponía en nuestro cariño, tú la enfrentarías sólo por mí… Pero mentías.

            Cuando más necesité de tu presencia te fuiste, me dejaste sola, sin amor y en silencio. Después todo se volvió frío y oscuro. Tu ausencia me dolió casi tanto como tu persistente recuerdo martirizando mi débil memoria. Pero no podía olvidarte, tú eras todo mi mundo y al final me fallaste miserablemente, como ya me habías defraudado antes, pero entonces estaba ciega de amor, y a pesar de que era evidente para todos, no lo vi venir hasta que ya fue demasiado tarde.

            Pero hoy te he encontrado de nuevo. Estás un poco más viejo, aunque la dama que te acompaña luzca mucho más joven que yo. Parecieras su padre, pero la manera en que la tocas y besas me dice que no es así, o quizás eres más degenerado de lo que podría haber sospechado antes.

            Entonces me descubres entre las sombras, y no puedes dar crédito a tus sentidos. Tu acompañante no soporta mi presencia y te deja solo; quizás por primera vez en tu vida sabes lo que signifique que alguien te abandone a tu suerte.

Tienes miedo, lo puedo oler en tus pantalones y percibir en tus ojos, pero no dices nada. No sabes qué es lo que está ocurriendo. Tal vez piensas que has perdido la razón, o aún duermes y esto no es más que una horrible pesadilla.

Perdona la apariencia, yo tampoco soy la misma que dejaste. Por lo que no sólo es inútil que busques dulzura en mis palabras, sino también el que pretendas encontrar ese amor que te juré en mis pupilas. No sólo porque hace años que ese sentimiento está muerto y enterrado, sino porque desde esa misma cantidad de tiempo, yo morí con él.

La muerte me ha cambiado, ¿a quién no? Pero aún recuerdo tus promesas, aunque no sienta más amor por ti.

Mis ojos están vacíos; dos cuencas hondas y secas te miran, sin amor, rencor, o vida. Y mis labios también se han ido con el resto de piel y tejido muscular, pero aún te enseño mi sonrisa, de una manera que jamás pensaste conocer.

Ya no soy tu eterna amada, pero recuerdo muy bien tus promesas. La luna llena fue testigo de nuestro amor, y la luna roja lo será ahora de tu tormento.

Me dejaste morir sola, me abandonaste cuando más necesité de ti, pero no te guardo rencor, ya no. Eso sí, veré que hagas valer tu juramento. No te preocupes por amarme, eso te lo perdono, pero tu vida y corazón… esos sí, me los llevaré conmigo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario