jueves, 25 de junio de 2015

Especial

Mi hija es especial, pero no lo digo como la mayoría de los padres se expresan de sus hijas, ya que la mía lo es de “verdad”.
            Cuando mira no sólo observa, más bien “atrapa” con la mirada, y me regala tanta belleza, que a veces no sé si soy yo quien le enseña a ella, o es mi pequeña mi mejor maestra.
            Me abraza sin pretextos ni engaños, ya que no hace falta nada de esto para manifestar su amor o cariño. No mimetiza sus emociones, es trasparente y tan llena de calidez que no dudaría en afirmar que entre sus brazos descansa la fogata que da fuego a mi hogar.
            No es muy buena hablando, pero con sólo una mirada ya sé qué siente, qué piensa, qué quiere, qué sueña. Y su amor es tan abundante que se desborda como mares, que encuentran sus costas en el regazo de su madre y padre.

            Mi hija es especial; por ser “mi niña”, “mi ángel”, “mi maestra”, “mi faro”, “mi estrella”, y no sólo por tener un cromosoma extra.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario