Mi
hija es especial, pero no lo digo como la mayoría de los padres se expresan de
sus hijas, ya que la mía lo es de “verdad”.
Cuando mira no sólo observa, más
bien “atrapa” con la mirada, y me regala tanta belleza, que a veces no sé si
soy yo quien le enseña a ella, o es mi pequeña mi mejor maestra.
Me abraza sin pretextos ni engaños,
ya que no hace falta nada de esto para manifestar su amor o cariño. No mimetiza
sus emociones, es trasparente y tan llena de calidez que no dudaría en afirmar
que entre sus brazos descansa la fogata que da fuego a mi hogar.
No es muy buena hablando, pero con
sólo una mirada ya sé qué siente, qué piensa, qué quiere, qué sueña. Y su amor
es tan abundante que se desborda como mares, que encuentran sus costas en el
regazo de su madre y padre.
Mi hija es especial; por ser “mi
niña”, “mi ángel”, “mi maestra”, “mi faro”, “mi estrella”, y no sólo por tener
un cromosoma extra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario