lunes, 14 de enero de 2013

Vida, amor y muerte



La vida es un juego de mentiras, egoísmos y falsas necesidades, en el que cada quien le inventa un cuento a alguien, y entre todos aprendemos a tomarlo como “cierto”, aunque el hedor del engaño nos irrite hasta hacernos sangrar los ojos y escupir hacia el cielo, mientras vemos hacia abajo.
Desde que llenamos nuestros pulmones por primera vez, hasta que exhalamos nuestro último suspiro, nos llenan de palabras, etiquetas y conceptos, que hacen de cada momento y de cada amanecer una monótona experiencia, tan llena de nada, y tan vacía de todo.
            El amor es otra mentira, lo cual es evidencia de que no todas ellas son malas. Porque si bien es un engaño, es uno que hace que valga la pena haber nacido, dándonos el aparente consuelo de estar acompañados, aunque en realidad siempre estemos solos.
            El amor no duele, lo que lastima es lo contrario. Es tan vasto este sentimiento, que su ausencia o menosprecio nos lacera más que mil lanzas atravesando nuestra piel, porque la herida del desamor viene de adentro, y nos hace desear la muerte, no por dramatismo, sino para dejar de sufrir.
            La muerte no es “nada”. Lo cual, aunque conceptualmente sea incorrecto, revela que la nada no habita en ella, sino en la vida que siempre está en búsqueda de ser llenada.
La muerte no es “algo”, de hecho es la supresión de todo lo que es, por lo que, por definición, y dado que todo es un engaño, la muerte sería la única verdad en esta maraña de mentiras, aunque la encubramos con calaveras y huesos, capuchas negras y guadañas.
            No hay ayer, no hay hoy, no hay mañana, sólo vivimos un segundo, el resto es proyección y memoria. Lo primero nos eleva, la segunda nos engaña, haciéndonos pensar que podemos ser más de lo que en verdad somos, como si esto no fuera suficiente. Y nos invita a aspirar un poco más cada día, amar un poco más cada latido, odiar un poco más cada segundo, hasta que la gran verdad se hace presente y nos mata.
            Pero entonces, ¿qué somos en realidad? Tal vez partículas de polvo que vuelan sin control en el cielo. Tal vez aromas, texturas, sonidos, sabores, colores y formas en los sentidos de una mentira más, que hace que amanezca en la mirada del ser amado, latamos en su corazón, y nos muramos un poco cada segundo que no pasemos a su lado.
            Tal vez no somos nada de eso y quizás ni siquiera importe. Pero mientras llega la hora de conocer el vacío absoluto, inmerso en el silencio de la oscuridad eterna, no voy a perder el tiempo en inventar palabras, ni de contar historias, cuando tal vez sólo tenga hoy para seguir con este divino engaño llamado amor, hasta que no recuerde nada más y sólo exista tu nombre en mi consciencia. O deje de salir el sol al amanecer a tu lado, y dejemos de hacer el amor hasta que ya no sepamos dónde empiezas tú, ni dónde termino yo, ni quién comenzó este engaño.  

2 comentarios: