La
noche consume la luz del sol, apagándolo de un soplido, y Amy deja que la
música resuene en sus audífonos, ahuyentando el silencio de la biblioteca vacía,
mientras el café que la mantiene despierta se enfría sobre el escritorio. Sólo le
queda una noche para terminar su proyecto, y únicamente le restan unas pocas
horas para dejarlo listo y entregarlo en la mañana.
Nunca antes se ha quedado sola en ese lugar, y mucho menos
a esa hora. Pero ella no va a dejar que nada se interponga en su objetivo; ni
los vagos que suelen rodear el campus, para extorsionar a los estudiantes, ni las
historias de fantasmas que todo el mundo cuenta.
El guardia está dando su rondín, y
la biblioteca está sólo para ella, lo cual al inicio le pareció una ventaja,
pero ahora no está tan segura.
Uno a uno, todos esos relatos que minimizó bajo los rayos
del sol, la atormentan en los espacios vacíos que hay entre una canción y otra.
Cada sombra le parece una amenaza, y cada ruido sospechoso
le recuerda un mar de historias. Desde la leyenda de la bibliotecaria, que
dicen que se aparece entre los pasillos y acomoda los libros mal catalogados, sin
molestar a nadie, pero si alguien comete el error de distraerla, no le da
tiempo al agresor a reaccionar, y se lo lleva con ella. Hasta la leyenda de la
joven enamorada, que suspira y se lamenta en los rincones por el novio que
nunca cumplió su promesa y la dejó embarazada, y que cada noche repite su
doloroso suicidio, abriéndose los brazos en canal, hasta vaciarse por completo.
Sin olvidar los nuevos mitos, que últimamente se han unido a las viejas
historias de fantasmas de siempre, sobre todo dos.
El primero de ellos habla del caso
de un joven profesor que apenas fue despedido el verano pasado. La versión
oficial cuenta que él se enamoró de una de sus alumnas, pero ella no le
correspondió sus insinuaciones, lo denunció ante la dirección, por lo que
perdió su trabajo, e incluso se vio obligado a dejar el Estado. Pero lo que se
cuenta entre los pasillos es mucho más siniestro, ya que se dice que el
profesor nunca se fue, y el mismo día que lo despidieron raptó y asesinó a su
alumna, después violó y consumió su cadáver. Pero esto no termina ahí, porque
hay quienes aseguran que él sigue en la Universidad, y cada mes elige a una
alumna nueva, para hacer lo mismo. De hecho, tan pronto una joven deja de
asistir a clases, el resto no duda en culpar a este profesor de su desaparición,
salvo Amy, que es vecina de más de una de las que han sumado a su lista de
muertes, y a las que ha visto los fines de semana en el centro comercial, la
mayoría en compañía de sus hijos o embarazadas.
El otro rumor es mucho más absurdo
para ella, ya que cuentan que en el edificio de medicina, un grupo de alumnos y
algunos profesores, han hecho una serie de experimentos extracurriculares, y
por accidente han creado a un muerto viviente, al cual han conservado, con el
pretexto de estudiar sus células y encontrar el secreto de la vida eterna. Dicen
que por eso es que la morgue se encuentra cerrada desde hace varias semanas.
Ese pensamiento hace que el miedo y los
fantasmas se disipen, y se le dibuje una sonrisa en el rostro.
– ¿Muertos vivientes? ¡Qué absurdo!
–repite en voz baja, y vuelve a su proyecto, que ya casi está terminado. Por lo
que respira aliviada de saber que pronto podrá dejar ese horrible lugar, para
volver a su cama y descansar, al menos un par de horas.
Lo que ella no sabe es que en el
dormitorio de estudiantes ya nadie duerme; los pasillos se han cubierto de
sangre, órganos y vísceras palpitantes. Incluso el guardia de la biblioteca
yace muerto y parcialmente desmembrado en la entrada. Pero no permanece así por
mucho tiempo, ya que lentamente se ha puesto de pie, y con torpeza ingresa al
inmueble, y no lo hace solo; al menos una docena de cadáveres ambulantes lo
hacen con él, y parecen estar hambrientos.
Te quedan súper bien los cuentos de zombis. :]
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Gracias. =)
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