lunes, 14 de enero de 2013

Rara


Tal vez aún no lo asimile, pero Pamela es la única sobreviviente de la desgracia. Todos a su alrededor están muertos, y sólo una chispa de esperanza la invita a seguir adelante en un mundo lleno de fantasmas, sombras y recuerdos.
            Se sabe vigilada por el pasado y la oscuridad, mientras el frío hace visible el insipiente vaho que exhala por la nariz. Cualquier otra se hubiera rendido, o entregado a la desesperación, pero ella no es como las demás personas, de hecho nunca lo ha sido. Desde muy niña fue vista con ojos de sospecha, e incluso antes de que lo supiera, siempre había estado sola.
            Nadie entendía lo que  decía, no porque no fuera clara con sus palabras o acciones, sino porque nunca quisieron escucharlas. Antes ella suponía que lo hacían por negligencia o apatía, pero ahora entiende que la verdad es que le tenían miedo. No porque la consideraran hostil o agresiva, sino por el simple hecho de ser distinta. Eso era suficiente para verla potencialmente peligrosa.
            Ya no queda nada, salvo uno que otro edificio en pie y un sinfín de cuerpos inertes, y lo peor es que ella sabía que eso iba a ocurrir. Pamela sabía que era inútil, pero trató de advertirles, encontrar otra alternativa y salvarles la vida, para no tener que cargar con el hedor de sus muertes en la consciencia, pero no le hicieron caso. Pensaron que era un engaño, una locura más de la “chica rara” que hablaba con los muertos. Jamás pensaron que ella sólo era la mensajera que las sombras habían elegido para hacer su advertencia, y que la guerra ya había comenzado.
            En cuestión de segundos la oscuridad se alimentó del miedo y la sangre se tornó negra y espesa. No hubo infante, mujer, u hombre que no se retorciera del dolor, al sentir cómo su materia se desmoronaba con el viento, y su vida se les escapaba como un mar de hojas en otoño.
            Ahora la muerte se posa reinante entre los restos que se pudren bajo la oscuridad de la noche, mientras Pamela camina sin destino, pero nunca más sola. Se ha vuelto la guía de un centenar de almas que la siguen como un rebaño, porque sigue siendo “rara”, ya que sólo ella tiene esa chispa de vida, que los demás apagaron. 

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