Su
rugido retumba a kilómetros de distancia y mi corazón se acelera. De día o de
noche, su paso es intimidante; temible como la incertidumbre y feroz como la
muerte. Circula sobre cráneos de acero, que chocan y crujen contra el metal, la
madera y las piedras del camino. Su poder es tan prodigioso que pareciera
detener al mundo ante su paso, y tan infinito que pareciera retroceder el
tiempo ante su silencio.
Cruel demonio de lámina oxidada, que
comunica al sur con el norte, hermanando sueños y pesadillas, agilizando los
pasos y truncando de tajo los caminos. Porque al igual que su senda dejara
cortadas las montañas y perforara las laderas, la Bestia no teme dejar
mutilados, heridos, o muertos, a todos aquellos que osen tomar su camino.
No hay calor más calcinante que su
Infierno, ni frío más helado que su olvido, bañado de metal, oxido, corrupción
y muerte. Se alimenta de carbón y odio, miedo y esperanza, fatiga y anhelos.
Sobre sus rieles transita la muerte;
la riqueza de algunos, la pobreza de otros y la perdición de unos pocos, que se
fueron persiguiendo un sueño, y no saben si sólo les espera la oscuridad eterna,
sin una lápida que recuerde sus nombres.
Bajo sus pies transcurre la selva, el valle, el desierto, la
vida y el tiempo. Un segundo sin retorno. Cada metro se roba un latido. Cada
kilómetro un sueño. Y cada día un poco de todo; sudor, sangre, carne y huesos.
Pocos son los afortunados que consiguen un pacto con ella,
de hecho, hasta la fecha no conozco a ninguno, pero he escuchado de ellos;
almas desesperadas que aceptaron como regalo su Infierno, y bebieron de su
vapor de muerte, hasta alcanzar su destino. Pero jamás he sabido de alguien que
la domara, que hable de su contacto con ella como una aventura placentera, todo
lo contrario, el logro no es enfrentarla, sino sobrevivirla.
A pesar de todo esto; a pesar de la lluvia, del viento, del
frío de la noche, el infierno sofocante, la sed, el hambre, los hombres que se
alimentan de otros hombres, y la soledad compartida, donde cada alma tiene su
propia deuda, objetivo e historia, sigo aquí, en la curva, esperando que el
demonio baje la velocidad y sus vigías la guardia, en pos de un lugar en su
lomo de hierro, dispuesto a morir, con ganas de ser uno de los que superaron el
reto, sólo porque aquí, ya no queda nada para mí.
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