lunes, 17 de octubre de 2011

-10 a.m. Capítulo I: La espera

Estoy segura de que ésta ha de ser una de las etapas más felices de mi vida, y definitivamente la más emocionante de todas. Por fin, después de casi nueve meses de espera estoy a sólo unos días de tener en mis brazos a ese pequeño ser que me convertirá en madre por primera vez. Estoy feliz, ansiosa, emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Por lo que trato de recordar lo que mamá y los médicos me han repetido constantemente, e intento guardar la calma. Todo ha de salir muy bien.

Me he cuidado desde antes de saberme embarazada, y después de la gran noticia no he dejado de prepararme para el fabuloso acontecimiento. Nunca he fumado y evito permanecer mucho tiempo al lado de fumadores, lo cual no es del todo difícil, pues trabajo en una guardería desde hace más de ocho años, tampoco bebo alcohol (bueno, quizá una o dos copitas al año), y si bien no soy precisamente una deportista, mi marido y yo tenemos la costumbre de dar largas caminatas. Él me cuida mucho, siempre lo ha hecho, pero ahora que lo voy a hacer padre se desborda en atenciones para conmigo. Los dos hemos esperado y deseado este momento con todo nuestro corazón.

No sé cómo puede haber personas que se atreven a traer hijos al mundo sin desearlos verdaderamente. Si no los van a amar, más valdría que no los tuvieran. Con el proceso que esto implica, uno se imaginaría que todos los seres humanos somos fruto del amor y no del descuido o del azar.

El bebé que llevo en mi vientre siempre tendrá el amor de sus padres, quienes desde el primer momento en que lo pensamos comenzamos a amarlo, y lo seguiremos haciendo aún después de nuestra muerte. Pero ¿Qué estoy pensando? En estos días lo que se avecina es la vida, a la muerte ya la encontraremos más tarde. No dejaré que el sismo de esta mañana me altere más de lo debido.

Aunque el temblor estuvo bastante fuerte, o por lo menos fue el que más he sentido en años. Quizás al estar a punto de ser madre me he vuelto más perceptiva o impresionable. El caso es que en la televisión dijeron que no hubo consecuencias graves; ciertos edificios presentaron algunas grietas, pero afortunadamente no se han reportado muertos o heridos, aunque sí algunas personas con crisis nerviosas. Espero que todo permanezca así y no haya sorpresas desagradables. Nada debe manchar u oscurecer esta semana.

Tal vez la tierra tembló por la misma razón por la que no he dejado de hacerlo yo desde que supe que sería madre (y no se diga mi marido). ¿Quién sabe? Quizás también la Tierra está emocionada y ansiosa de conocer a su nuevo habitante. Sin duda alguna el ser vivo más amado y esperado en toda la faz de la Tierra; mi hijo. 

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