Un día el sol se fue y no dejó dicho si
volvería. Cada noche era lo mismo, pero al amanecer regresaba como soberano del
cielo, para equilibrar al yin, con su yang. Pero esa vez fue muy distinta. La
eterna noche reinaba sobre la bóveda celeste, ocultando las luces del firmamento
con su negra cabellera, sólo dejando pasar el resplandor de algunos luceros,
cometas y estrellas fugaces.
Mientras tanto, la luna aprovechó
la ausencia de luz para bañarse con las aguas del mar. Se desnudó de materia,
oscuridad y frío, para vestirse de sueños, amor y fantasías. Dejó su puesto solitario
y se descolgó, hasta tocar con sus gráciles piernas las aguas marinas, las
cuales se endulzaron de inmediato, con el mero tacto de su belleza.
La palidez de Selene se ruborizó,
por el calor que hervía en el vientre de su amorosa madre, que la recibió con
los ojos cerrados, los brazos abiertos y sus aguas tibias. Por ese único
momento, la eternidad duró un segundo, lo divino se confundió con lo pagano, y
la muerte tomó un respiro de vida, mientras la luna se zambullía en las
profundidades del océano, las imbatibles olas acariciaban su delicada piel, y las
gotas se aglutinaban en su brillante melena.
Hasta las arenas del tiempo se detuvieron.
Todos se habían confabulado para hacer posible ese momento de fugaz eternidad. Meztli había vuelto a Coatlicue, el Tlalticpac latía por su presencia, y el mar brillaba
con un resplandor que provenía de su propio corazón. Selene había vuelto a Gea,
y Poseidón fungía de anfitrión en una fiesta que tal vez no se repetiría nunca.
Pero la complicidad de Cronos llegó a su fin, o tal vez fueron las
incontinentes arenas las que se revelaron a su Señor, porque se escaparon sin piedad
de entre sus dedos.
La luna se marchó y el mar lloró como nunca, devolviéndole
a sus aguas la sal que la dulzura de su amada había disipado, mientras el
tiempo retomaba su camino, y lo divino se perdía entre suspiros de eternidad,
suspendida en un sinfín de latidos.
El cielo nocturno había recuperado a su musa, pero el mar
no se resignaba a sólo haberla tenido, y ya no sentirla entre sus aguas, por lo
que incansablemente buscó la manera de recuperar a su Diosa, y aún lo sigue
haciendo.
Una belleza, mi Amor. Así de simple. ¡Te felicito! ♥
ResponderEliminarGracias mi Cielo.
Eliminargenial!!
ResponderEliminarGracias.
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